Otro final alternativo a la misma historia

Se plantó frente a su escritorio y se lo dejó ir: ya recogí mis cosas de tu departamento, me voy.
Atónita, como pudo, terminó con el último paciente del día y se dirigió a su coche. Estaba lloviendo y para variar el tráfico estaba enloquecido sobre el segundo piso del periférico, ya no sabía si era la lluvia o sus lágrimas lo que no la dejaban ver, el dolor era más intenso que tocar el fuego vivo. Trató de distraerse, encendió el radio:
Ya nada me importa, ni los sueños
Me parecen una estupidez
Si no estoy contigo, para qué?
Ando medio loco, dando vueltas,
Te busco y no te puedo ver
Para qué la vida, para qué....
Para qué la vida...
Dicen que es una obsesión, esto que no tiene fin
Es que nada se compara a ti...
Para qué la vida...
Para qué la vida, para qué........ se repetía una y otra vez, para qué la vida......
...
Al día siguiente, el mismo hombre reconoció en una foto del periódico un coche destrozado, al parecer su conductora había acelerado al vacío desde el segundo piso del periférico.