Kitty Cat
Kitty Cat.....
Catalina tenía 17 años cuando su novio el Keroppi la dejó y la dejó porque no le quiso dar la prueba de amor. El Kero con su cara llena de barros y el color verdoso que tenía porque estaba malo del hígado.
Catalina se encerró 3 días a chillar y moquear en su cuarto de la Agrícola Oriental, trabajar en una overlock no daba para más.... Luego, salió a la Alameda, que tenía que tuviera que agarrar 3 peceras, se puso su ropa dominguera: pantalones de mezclilla y camiseta roja con un gato bordado... no sabía cómo, pero ese día se encontraría alguien mejor, alguien que no necesitara de llenarle de babas la boca ni de sudor sus blancas tetas.
La Alameda estaba llena, algodones de azúcar, chicharrones, jugos fruti keko y discos piratas... y ahí estaba ÉL: en una banca, fumando, con una camisa de seda y el cabello casi engomado... se llamaba Baldomero y tenía un negocio del que ella sería la única dueña porque se había enamorado así de rápido... con los días comenzó a llamarla mi Catita gatita..... y no, no le pedía la prueba de amor. Pasaron 6 meses de puro contento, Catalina se sentía otra, Baldomero la había invitado a trabajar en su negocio, dejaría la overlock en Huipulco...
La citó en el lugar, el “Badtz Marú” decía en neón... las tripas se le hicieron nudo, Baldomero ya la esperaba con un vestido algo encuerado y una pulserita con números colgando: “estas son tus fichas, ahora te vas a llamar Kitty, te vas a llamar Kitty Cat”...
Catalina tenía 17 años cuando su novio el Keroppi la dejó y la dejó porque no le quiso dar la prueba de amor. El Kero con su cara llena de barros y el color verdoso que tenía porque estaba malo del hígado.
Catalina se encerró 3 días a chillar y moquear en su cuarto de la Agrícola Oriental, trabajar en una overlock no daba para más.... Luego, salió a la Alameda, que tenía que tuviera que agarrar 3 peceras, se puso su ropa dominguera: pantalones de mezclilla y camiseta roja con un gato bordado... no sabía cómo, pero ese día se encontraría alguien mejor, alguien que no necesitara de llenarle de babas la boca ni de sudor sus blancas tetas.
La Alameda estaba llena, algodones de azúcar, chicharrones, jugos fruti keko y discos piratas... y ahí estaba ÉL: en una banca, fumando, con una camisa de seda y el cabello casi engomado... se llamaba Baldomero y tenía un negocio del que ella sería la única dueña porque se había enamorado así de rápido... con los días comenzó a llamarla mi Catita gatita..... y no, no le pedía la prueba de amor. Pasaron 6 meses de puro contento, Catalina se sentía otra, Baldomero la había invitado a trabajar en su negocio, dejaría la overlock en Huipulco...
La citó en el lugar, el “Badtz Marú” decía en neón... las tripas se le hicieron nudo, Baldomero ya la esperaba con un vestido algo encuerado y una pulserita con números colgando: “estas son tus fichas, ahora te vas a llamar Kitty, te vas a llamar Kitty Cat”...
....
PD: me dió hueva los requisitos del Metatextos.
Etiquetas: cuentos
oye me gusto......
me latió la historia.
Gracias por entrar a mi espacio y espero que sigamos en contacto..salU2!!
salU2 nena, sólo pase para desearte buen fin de semana y decirte que tienes un link ya en mi página...
Estubo bien de todas formas, jejeje
Sera de chía ,pero es de orchata , acá un buen de chavas ,afuera del metro,son contratadas para debutar en lo Table de Neza,un saludo Diabla,cuidate.
Oye qué buen cuento. ¿Qué sigue? ¿Qué sigue? Saludos
cada vez me esta gustando mas este blog...
.en Particular, me esta gustando este estilo de referenciar zonas metropolitanas, le llamaré Metro-prosa, por que no se como le dicen los escritores. pero en fin, bastante bien manejado.
Saludos!
:D
jajaja... chido relato !!!