III - La anunciación.

Cuenta una leyenda…
que una hembra gitana,
conjuró la luna hasta el amanecer...
…
Tendrás a tu hombre piel morena,
desde el cielo habló la luna llena...
...

Año 2083, abrió los ojos cumpliendo 31 años de haber nacido y 6 años de renacimiento, desperezándose y sintiendo las sábanas deslizándose sobre su cuerpo desnudo, recordando con cierto desprecio sus días de humano serial.
Los primeros años no habían sido fáciles, era completa ignorante de sobrevivir en un mundo natural y salvaje, que sobrevivía a duras penas y que se resistía sin tregua al cambio de la serialidad, que luchaba por conservar su naturalidad.
El legado de su abuela había hecho el trabajo teórico y parcialmente con el práctico: libros, registros fotográficos, música y video, periódicos, un viejo kayak, un equipo de pesca y una Colt 9mm que aunados a la calidez de la gente que la rodeaba la ayudaron a facilitar la transición..... había aprendido a comer, a beber, a defenderse y a vivir dentro de una humanidad no mecanizada. Tenía que admitirlo: le encantó desde el primer momento.
Su cuerpo también se había favorecido de aquel cambio, la piel se tornó morena, las piernas ágiles, los músculos firmes, la mente despierta... y entre las piernas la curiosidad por un placer poco experimentado.
Durante la vida serial el orgasmo era programado de acuerdo a las revisiones médicas de rigor, administrado mecánicamente y sin sucitar ninguna clase de sentimientos. La reproducción siempre era asistida y solo entre los seriales destacados. A ella se le había negado la maternidad.
Lo había visto una semana antes de su cumpleaños, regresaba a casa después de la pesca con el cabello revuelto y el cuerpo perlado de sudor; hacía calor y sin embargo sintió una bocanada de aire frío que venía de aquella figura de ojos brillantes y cautivadores, cuando pasó caminando junto a ella sintió que la piel, el aliento y la mente de aquel hombre eran tres entidades separadas en un mismo cuerpo y que esas entidades se desprendían para rodearla y estremecerla como cuerda de violín. Sin que se diera cuenta había abierto la boca, las pupilas se habían dilatado, la respiración se había acelerado y los pezones se hicieron visibles a través de la ropa..... el hombre la había excitado sin proponérselo..... al menos eso fué lo que ella creyó...
Desde entonces había soñado con él, despertaba en el recuerdo perturbador de aquellos ojos, vivía con la desazón de no tener el objeto de sus deseos y se rindió a su voz de trueno cuando le dijo: vas a cambiar mi existencia.
Año 2083, el día que cumplía 31 años, sin saberlo, recién había concebido un hijo...